EL LOBO JUGADOR (mis opiniones
acerca de juegos de mesa)
SPARTACUS,
UN JUEGO DE SANGRE Y TRAICIÓN.
El
título ya lo dice todo. Nos encontramos con un juego donde las puñaladas
traperas, las conspiraciones, los envenenamientos y las luchas sangrientas en
la arena entre gladiadores y ludus
rivales lo es todo para alzarse con la victoria.
Juego
de la marca DEVIR, creado por Aaron Dill, John Kovaleski y Sean Sweigart, que
no son muy conocidos en estos haberes, me ha supuesto una agradable, y sangrienta,
sorpresa en cuanto a temática de juegos de mesa. Lo cierto es que combina
varias fases interesantes en cada ronda de juego, desde las típicas cartas con
conspiraciones varias, pasando por pujas a los chinos (sí, habéis leído bien, a
los chinos como toda la vida), subastas, compra y venta de todo en el mercado
(incluidas las personas) para llegar al deslumbrante final en la arena donde
los gladiadores se machacan concienzudamente hasta dejarlo todo hecho una porquería
con tanta sangre y restos humanos.
Para
cuatro jugadores, la duración del juego puede variar dependiendo del número de
influencia con que empiecen los jugadores (la influencia es lo que te da la
victoria). Por media, cada partida puede durar entre hora y media y dos horas
de completa emoción y traiciones.
Se
inicia el turno con cada jugador colocando sus esclavos, gladiadores y cartas
de Intriga, preparando sus casas y pensando en cómo putear al de al lado, o ayudarle
en su pronto beneficio, y evitar que a uno le arruinen los rivales. Tras jugar
la fase de Intriga, que es la que le da todo el picante al juego, se pasa al
mercado, con la subasta en plan chino, y después se subasta ser Anfitrión en
los juegos. Una vez que se ha decidido quién es el Anfitrión, pasamos al plato
fuerte del juego: los combates en la arena.
Basado
en la popular serie de televisión “Spartacus”, el juego reúne el mismo espíritu
que podemos contemplar en la serie: sangre, vísceras, combates, rivalidad,
puterío, traiciones… Y todo eso se lleva al juego, donde los jugadores compiten
entre ellos no sólo para alzarse con la victoria sino para ver quién es el que
más conspira, apuñala y traiciona, porque en este juego todo vale, todo se compra
y vende y nada es sagrado; excepto la gloria ganada en la arena.
Lo
peor.
La mala calidad de algunos de los componentes del juego. En este caso, podrían haber
puesto las monedas (importantísimas en el devenir del juego) de otro material
no tan endeble como es el cartón cutre. Quizás de plástico o madera hubiera
sido mejor, dado que las monedas hay que tenerlas en las manos ocultas durante
las numerosas subastas (recordad que es a los chinos). Dado los sudores que a
más de uno nos entra en dichas subastas, o porque algunos son muy guarretes,
¿eh?, poner las susodichas monedas de cartón no ha sido una buena idea.
Otro
detalle negativo es que no es para todo el mundo Spartacus, puesto que es un juego para mentes taimadas, malévolas
y dispuestas a todo. Vamos, como seas un ingenuo y vayas en plan “podemos ser
amigos”, te van a machacar, deglutir, escupir y después tirarse a todas tus
esclavas mientras se beben tu vino. O sea, que juego para degenerados como mi
menda.
Lo
mejor.
Sin ser un juego excesivamente brillante en su concepto, lo es cuanto a la
originalidad de la temática planteada y la forma en la que se llevan los
turnos. Para empezar, y esto es muy importante, todos los jugadores comienzan
la partida en igualdad de condiciones, aunque cada ludus posea unas características especiales, y el factor suerte,
aunque existe, no es del todo
determinante en el proceso de alzarse con la victoria.
El
asunto de las subastas a los chinos es bastante gracioso y suele conducir a
risas, chanzas y odios mal encarados entre los jugadores, pero es un puntazo
que le da mucha gracia al juego. Pero lo verdaderamente motivador es la fase de
Intriga y la de combate en la arena. En la fase de Intriga es donde surge la
malevolencia de cada jugador y donde unos y otros se atizan sin piedad,
captando verdaderamente el espíritu de la serie de televisión. En cuanto a la
fase de combates, nos encontramos ante el momento álgido del juego, donde los
gladiadores combaten para mayor gloria de Roma y de sus domine (dominus en singular).
Los
combates son fáciles, sencillos y aunque se rigen por los dados (el maldito
azar), lo cierto es que las características y habilidades de cada gladiador
(junto con el equipo) es lo que domina y da la victoria en la lucha. Es muy fácil
ganar con Espartaco en la mesa que no con un gladiador de inicio que no deja de
ser carne de cañón.
Las
cuatro miniaturas que entran en la caja son chulas y de buen detalle, siendo
pintadas quedarían espectaculares. También se agradece (aunque es lo fácil,
claro), que hayan puesto en las cartas y cartones de los ludus fotografías de la serie de televisión.
Spartacus
no es un juego para andar con él todos los días. Siendo muy divertido, es de
esos juegos con los que se corre el riesgo de “quemarse” si se abusa de él.
Como consejo, diría que es para jugar entre amigos cada equis tiempo, echarse unas
risas y no tomárselo nada en serio. Porque como se tome en serio, ya aviso que
jugando a Spartacus las amistades se pueden romper, las parejas quebrar y los
culos petar. Avisado quedas.
Carlos el lobo.
Nota final: existe una ampliación con
nuevas facciones y para seis jugadores, pero está, de momento, en inglés. En cuanto
juegue a ella ya os diré.
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